El juicio contra el tatuador sanjuanino Patricio Pioli, acusado por ‘sextorsión’ y ‘pornovenganza’ en prejuicio de su ex pareja, se acerca a su final y en la etapa de alegatos, que se desarrolló durante el jueves, la Fiscalía pidió que el imputado sea condenado a 5 años de prisión efectiva por los delitos de coacción y lesiones leves calificadas en concurso real. Por su parte, la defensa solicitó la absolución.
Los jueces de la Cámara Tercera en lo Criminal y Correccional de La Rioja deberán analizar ambas posturas y fallar sobre el caso que podría sentar precedente en el país, por la nueva figura penal que está en juego, propia de los tiempos que corren, en los que la virtualidad representa un espacio importante en la vida de las personas.
«Esta Fiscalía logró acreditar todos los extremos de la plataforma fáctica, permitiéndonos adelantar la conclusión a la valoración, concluyendo en base a esa valoración que el señor Patricio Amalio Pioli resulta autor penalmente culpable y responsable de los delitos de Coacción y Lesiones Leves Calificadas en Concurso Real, atentos a la naturaleza de los hechos acusados, el daño causado a la víctima con tales conductas ilícitas y la reiteración de acciones en contra de la víctima«, sostuvieron los representantes del Ministerio Público.
Los funcionarios Cecilia Moreno y Luis González Crovara señalaron que los hechos «que se han acreditado se han desarrollado en contexto de violencia de género». En ese sentido aclararon que esto no implica un delito, sino que representa un contexto que sirve de caldo de cultivo para que se produzcan los delitos.
Moreno indicó: «Las imágenes íntimas, eran un tema dentro de la pareja. Él (Pioli) ya las había utilizado e intentó desvincularse montando todo este escenario, lo que le salió mal. No lo hizo bien. Esas conductas pueden subsumirse en dos tipos penales: el primer hecho que se acreditó puede encuadrarse en el artículo 149 Bis, que castiga la acción de quien mediante amenazas trata de imponer a otra persona una acción u omisión no querida».
Y siguió: «En este caso la mujer consintió en que se grabaran los momentos de intimidad de la pareja, ejerció su derecho a vivir su vida privada como quiera, y en ese momento lo hizo, pero también tenía derecho a decidir qué hacer con ese trozo de intimidad que se reflejaba en esas imágenes. Ella debía decidir pero no tuvo esa libertad. Se vio coartada cuando Pioli la amenazó que las publicaría».
Por otra parte, la defensa de Pioli que estuvo patrocinada por Juan Carlos Pagotto y Matías Cucco Santander argumentó: «El proceso debe ser una garantía de verdad y justicia. Hemos escuchado acá una serie de testimonios, y he escuchado como verdad revelada que esto contó la víctima a la amiga, a la madre, al psiquiatra».
La palabra de Patricio Pioli.
Finalizados los alegatos, la presidente del Tribunal, doctora Edith Agüero indicó al imputado que podía hacer uso de la palabra, para que los magistrados pasen a analizar las pruebas y luego, dictar sentencia en contra del imputado.
El sujeto se puso de pie e indicó: «Quiero que me devuelvan mi vida, que se limpie mi nombre porque yo no soy esa persona, ese monstruo que quisieron plantear acá». «Soy patricio Pioli, simplemente, un tatuador que ama su profesión», dijo en forma contundente.
Es importante remarcar que el juicio, debido al contexto de pandemia se realizó a puertas cerradas, y las testimoniales no se pudieron seguir por parte de los medios de prensa ni de la comunidad en general.