Han pasado algunos días desde la última nota, a veces las obligaciones que impone la pelea por sobrevivir no dan ni tregua ni tiempo para sentarse a escribir.
La introducción no es casual ni es excusa por una dilatada nota, sino un reflejo de la realidad de millones de argentinos y cientos de miles de sanjuaninos que debemos todos los días inventar algo para llevar la cosa y sentimos que muchos de los temas de la agenda política que se muestra por los medios (Incluido este, mal que le pese a los editores) están en un universo paralelo, a una distancia sideral de lo cotidiano.
Indec anuncia que una familia necesita al menos $74.000 para no caer en la pobreza. No hay que ser muy sabio para ver que la inmensa mayoría está por debajo de ese umbral. Dos salarios mínimos no alcanzan y para superar ese valor deben trabajar al menos dos de un hogar con sueldos que ronden los 40 mil y que el grupo familiar no supere los 4 para superar ese límite.
Se dice que el país creció en la “macro” un 10%, pero la mayoría se empobreció y el derrame de ese crecimiento nunca llegó. La desigualdad aumentó y la riqueza se concentró aún más.
En vez de que el debate central sea como salir de la pobreza con empleo digno, creciendo con equilibrios y reduciendo la desigualdad, el eje de las noticias se enfocan en otras agendas, distantes de la vida cotidiana, como las PASO, por ejemplo. ¿A quién le importan las internas del 2023 hoy cuando los problemas que hay son mayúsculos?.
Tanto oposición como oficialismo meten este tema que les interesa solamente a quienes pelean por un cargo. Será tal vez un problema de subsistencia de los dirigentes políticos, pero no responde a una inquietud que de alguna manera clamen masas populares en plazas. Que si siguen las PASO o no es un planteo muy fuera de foco para los tiempos. Tal vez interesante en ámbitos de debate interno pero para nada principal o esencial. ¿Nos cambiará en algo la realidad esto? No, para nada.
Sumemos a que no solo no se habla de lo más importante, sino que además hay toneladas de noticias mostrando lo maravilloso de cada oficialismo y su rumbo al paraíso terrenal. Nadie escapa a esto, ningún oficialismo, ninguna ciudad y ninguna provincia.
Por supuesto que los diversos sectores sociales hacen interpretaciones diferentes, pero ninguno en lo bajo otorga fe ciega a lo que se dice.
¿Y la oposición?. Viven las oposiciones con sus lamentables discursos siempre cargados de odio, de malos augurios, de infiernos sin fin y de mentiras apocalípticas. Todo está mal y “estará mal porque no estamos nosotros”.
Al final mucha gente dice que los “políticos son todos iguales” porque de alguna forma sintetizan con esa frase que en los espacios mayoritarios hay más disputa por ocupar el cargo de “administrador de las cosas como están sin tocar ningún interés” que en transformar la realidad para el beneficio de todos nosotros y no de algunos.la pobreza y cómo salir de ella dejó de ser agenda de la política y los medios.
Cada fuerza política, y sobre todo los oficialismos, tratan ponderar al máximo lo propio, el candidato o el mentado “proyecto” y esconder cualquier cosa que pueda alterar la imagen y la percepción. Aunque a veces exageran sin ningún pudor, la realidad es obtusa y se termina metiendo siempre.
Valga como ejemplo la Red Tulúm, que para suerte del gobierno no la largaron antes de las elecciones si no vaya a saber que pasaba.
Todos los santos días el que debe sufrirla tiene un recordatorio que va a contramano de la propaganda y que siente que está abandonado a su suerte. La respuesta ante el desasosiego es: “la gente ya se acostumbrará”.
Además de que te cambiaron la vida de un día para el otro sin anestesia, el nivel de improvisación en la implementación junto a la fecha elegida dejan demasiado que desear para un proyecto de una envergadura como tal.
Te dicen que la economía crece, que hay menos desocupación, que todo está estabilizado y que no hay riesgo, que el FMI acordará lo que “nosotros aceptemos”, que por suerte nos vacunamos y que ya está todo en marcha y mejorando. Luego, te tomás el colectivo, no pudiste instalar la “app” de la Red Tulum porque no tenés espacio, el celu es viejo y uno nuevo te sale al menos un sueldo (si es que trabajas).
El de al lado tiene la app pero no tiene datos y los de la parada no tienen idea. No hay señalización alguna por el barrio, la gente pregunta a los choferes que están hartos y aprendiendo por donde van y no tienen noción de las otras líneas. Antes ibas medianamente directo, ahora tenés que hacer dos trasbordos y los horarios no coinciden. Uno avisa que se atascaron por la Córdoba y otro en la de trasbordo de la Mitre que se han hecho cuellos de botella y producen embotellamientos.
En la Córdoba siguen dejando estacionar y achica la avenida y los semáforos jamás estuvieron sincronizados.
Llegás al trabajo, te miran como diciendo, “si claro, seguro Tulúm te hizo venir casi una hora tarde” y te comés el garrón que seguro te impactará en el presentismo o alguna multa luego de la advertencia: “si sabías que es un lío hubieras salido antes”.
A la salida vas al supermercado, querías comprar algo de carne pero va pollo, de paso miraste los precios para lo de navidad y corroboraste una vez más que unas zapatillas son inalcanzables y que todo aumentó otra vez.Mientras pensás cómo harás para pagar la tarjeta te dicen que la inflación es del 52% en un año y llevás 45% acumulado este.
¿Paritarias? ¿Qué es eso?. Trabajas en negro, o sin mucho que reclamar como contratado del Estado y los que ven que tienen mejoras no llegan al 30% y en cuotas. La mayoría de los sindicatos arreglan por menos del 20%.
Y de repente te dicen que el Previaje es un éxito, que millones se van de vacaciones y mirás por la ventanilla del micro pensando en qué lindo sería pero difícil que puedas.
Este país con tantas familias, niños y jóvenes en pobreza no es un lugar de panaceas, al menos para el 70% de la población. El 30 restante puede sobrellevarla y son muchos, unos 15 millones, que pueden llevar una vida un poco más digna (no que están de maravillas).
Eso sí, hay un 10% que vive muy bien, entre 4 y 5 millones, que se dan todos los gustos e inundan cada año Punta del Este o se van por el mundo.
Mientras, la pobreza y cómo salir de ella dejó de ser agenda de la política y los medios.
Para los mortales nos queda llegar a casa y sentir el abrazo de un afecto y la mascota que sólo sabe dar alegrías y algunas rabietas. Hay que vivir y sacar lo bueno siempre, y como regla, cada vez que escuches o leas un discurso o sigas un periodista diga algo debés pensar: ¿defiende mis intereses o los de quienes?.
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