En uno de los libros de cabecera de Destino San Juan, Cuentos y Leyendas Populares de la Argentina, escrito por Berta Elena Vidal de Battini, hay dos versiones recogidas de antiguos pobladores de la zona.
Esta es una de ellas y se reproduce tal cual la contó Segundo Díaz en 1946, cuando tenía 80 años, en Tamberías, departamento Calingasta, San Juan.
La autora tuvo el acierto de transcribir la historia tal como la escuchó, con los modismos de quien la cuenta, lo que aporta un color extraordinario, propio de la cultura rural sanjuanina.
“Según i oido a mis agüelos, de los tiempos de los españoles hay en la Cordillera un tesoro enterrau que se llama las labranzas di Osorio.
Dicen qui había veníu un minero di apellíu Osorio buscando oro, y con tan güeña suerte, qui un indio de Pachimoco lu hizo baquiano a las vetas di una gran mina di oro.
Dicen que esa mina era tan rica, que según el tal Osorio, su beneficio alcanzaba pa mantener cinco pueblos como Jáchal, pa toda la vida.
Esti hombre sacó una cantidá muy grande di oro y lo guardaba en esas bolsas que si hacen con el cuero del cogote del guanaco. En esos cogotes, como se llamaban, guardaban el oro.
Que en una ocasión qui Osorio había bajau de sus labranzas con once cogotes de guanacos taquiaditos di oro, jue perseguíu por una patrulla que quería quitárselos.
Al saber Osorio que era perseguíu, escapó pal lau de la Cordillera ‘e los Andes. Dicen qui áhi, entre los cerros, enterró los once cogotes y él le pegó pa Chile a lomo *e mula.
El hombre no volvió más ni se supo nada de él, pero se sabía bien qui había enterrau esas cargas di oro en la Cordillera. Agora, al presente, hay muchos mineros que tuavia buscan los once cogotes taquiados di oro.
Muchos han visto, a la distancia, en la noche, esas luces de los entierros di oro, pero en el día nu han sabíu llegar. Para alguien de suerte ‘tan destinados, y algún día los encontrará”.
@Destino San Juan. Escribe: Viviana Pastor.
/Fuente de Imagen: Archivo Google