“Había una vez”: el ingeniero en cuentos que cautiva a toda la familia con creatividad.

Pablo Montemurro Álvarez, es un destacado sanjuanino, narrador oral escénico que se define mejor como ingeniero en cuentos, ya que se recibió de ingeniero industrial pero ejerce con pasión lo de ser escritor y educador. Ahora San Juan lo entrevistó en el marco en el que celebramos los derechos de la infancia, ya que muchos de sus trabajos están dirigidos a los más pequeños de las familias, a quien este talentoso escritor deslumbra con sus historias.

Pablo comenzó a construir su vocación literaria desde muy chico y tuvo diferentes personas que lo inspiraron para comenzar este proceso, pero sin dudas, su abuela fue la musa para él: “a los 12 años me acerqué a la casa de mi abuela Isabel a leerle un discurso que había escrito para un acto escolar, quería que me ayudara a corregirlo. Ella fue escritora, maestra, directora y supervisora. Su palabra tenía gran valor para mí. Cuando me paré frente a ella con la intención de leerlo, me detuvo. “¿Podrías hacerlo sin el papel?”, me preguntó. Inmediatamente, mis miedos se dispararon. “¿Cómo lo voy a decir sin papel? ¿Sabés cuánto tiempo me llevó pensarlo? Me voy a olvidar la mitad y no va a salir perfecto”. “Yo te voy a ayudar, no te preocupes pero la gente que te va a escuchar se merece que la mires a los ojos al hablar y eso solo se consigue si lo contás con tus palabras y la emoción del momento.” Desde ese día empecé a narrar a viva voz, sin apoyarme en el papel sino aprendiendo técnicas para recordar lo que quería transmitir y aprendiendo desde chico como hacerlo.

A los 15 años encontré una carta de mi padre que había dejado escondida entre sus pertenencias. La escribió cuando yo tenía 2 años y él sabía que iba a morir. Me la dejó escondida para que la encontrara en el momento adecuado. Y así fue, me di cuenta que las palabras trascienden tiempo y espacio y me habían permitido conversar con mi papá, aún después de muerto. Desde ese día me fui acercando a la escritura y seguí desarrollando mi don con la palabra narrada y escrita con diferentes referentes y participando en concursos. Lo tomaba como hobbie porque “es imposible vivir de eso”,frase que escuché durante años y que me la repetí durante mucho tiempo.

La vocación no aparece como una revelación, sino que se la va construyendo, principalmente con la historia personal, con los intereses, con las circunstancias de vida, con la forma de ser de cada uno, para luego  consolidarse con el trabajo y la experiencia. Nuestro entrevistado, cuenta que comenzó a estudiar Ingeniería como una herramienta en su vida pero no como el fin. “Con el tiempo mi pasión por los números y la posibilidad de desarrollar mis habilidades duras me llevaron a elegir como carrera la ingeniería industrial. Sin embargo, desde un comienzo lo vi como una carrera que me aportaría herramientas para la vida y no un destino fijo como ingeniero.Fue así, que haciendo una práctica profesional como ingeniero en Francia me sucedió una situación laboral que me llevó a replantearme mi propósito de vida. Decidí pausar la ingeniería y hacerle caso a mi pasión como escritor y narrador. Desde ese día, comencé a generar proyectos relacionados con la narración y me dedico a tiempo completo a cumplir con mi propósito: habitar el mundo con historias y generar espacios para que las personas puedan compartir las suyas. Hoy cuando me preguntan mi profesión digo que soy ingeniero en cuentos.”

Por el día de la niñez quisimos saber más acerca de su relación con los más pequeños y le pedimos que nos cuente acerca de cuentos disparatados y cómo siente su acercamiento con las infancias y con las familias que van a verlo en sus funciones.

“Las funciones de cuentos que llevamos a las escuelas y a espacios teatrales buscan un acercamiento a las infancias desde la participación de ellos como sujetos activos de la creación de la obra y las historias. Se narran cuentos de forma escénica y se musicalizan con guitarra en vivo. Se eligen cuentos que emocionan y en los que el público interactúa con las historias y ayudan a resolver las dificultades que se les presentan a los personajes. Las temáticas pueden ir variando según los objetivos planteados por la escuela o las organizaciones que nos contraten.

Crear un espacio de narración oral y de cuentos no es algo novedoso, es el arte más antiguo del mundo. Comenzó con los primeros hombres y mujeres que habitaban en cuevas y contaban historias para aprender a vivir. Sin embargo, en un mundo que corre, proponer un espacio de pausa, escucha y de imaginación, es algo revolucionario. Eso ofrecemos, un espacio revolucionario centrado en la palabra y las historias”.

Pablo es creador de programas y experiencias para todo público que tienen una importancia relevante en todos los aspectos. Es Director de la diplomatura de Oratoria Profesional y Comunicación Efectiva en la Universidad de Congreso de San Juan. Responsable y fundador de Pigmalión, una propuesta que busca generar espacios educativos, recreativos y culturales, donde chicos, adolescentes y adultos puedan adquirir herramientas emocionales y sociales. Ha realizado actividades con más de diez mil chicos en más de 100 instituciones entre colegios, fundaciones, empresas, ONG y eventos independientes en Argentina, Nicaragua, Costa Rica y Colombia. También ha realizado talleres y charlas con familias y docentes. Es Co fundador de Raíces y Alas – Storytelling, un emprendimiento social que busca generar espacios de conexión entre las personas a través de sus historias de vida, generando así empatía, con el objetivo de humanizar los espacios donde se intervenga. Le preguntamos si se imaginaba cuando empezó que iba a disfrutar de todos sus éxitos.

“Desde que me levanto hasta que me acuesto, mi cabeza inevitablemente se la pasa creando e intentando generar nuevos espacios a partir de mis habilidades y posibilidades. Es algo que me ha servido para generar muchos proyectos y propuestas. Siempre creo en lo que emprendo y cuando no lo hago, tengo a mi familia que me impulsa y cree en mí. En cuanto al éxito, creo que es algo muy relativo. Tal vez hay propuestas que han llegado a ser multitudinarias o conocidas y se consideran exitosas pero hay muchas más que no se conocieron o no funcionaron como esperaba. Sin embargo, todos esos “errores” me han hecho mejor, por lo tanto, también considero que fueron exitosas en lo personal. Hoy en día creo que mi mayor éxito es poder vivir de lo que amo y levantarme cada mañana convencido que este es el camino”.


Cuando le preguntamos qué fue lo más difícil de afrontar en este camino. Pablo nos contó que “lo más difícil de afrontar son los momentos de incertidumbre que impactan en cualquier actividad independiente. Desde lo económico hasta los convencimientos propios. En mi caso, lo más difícil es juntar la fuerza necesaria para reinventarme cuando es necesario debido al contexto. Por otro lado, creo que soy un afortunado de tener un entorno cercano que me impulsa a salir delante de cualquier situación y salir fortalecido de eso”.

Desde Ahora San Juan quisimos saber cuáles son los próximos proyectos de este inquieto narrador.  “En este momento tengo muchos proyectos nuevos en marcha y más por venir. En octubre voy a publicar un libro sobre mis escritos e historias de viajes llamado viajes al centro del alma. Por otro lado, junto a Caja blanca hemos lanzado el pasado 12 de agosto un podcast llamado “Cada loco con su cuento”. Se publica un cuento diferente cada dos semanas. Los mismos son cuentos de autores conocidos que son versionados a partir de lugares, expresiones y costumbres sanjuaninas. Lo pueden encontrar en spotify y todas las plataformas digitales.

También junto a la Universidad de Congreso hemos lanzado el viernes 19 de agosto una diplomatura en Oratoria profesional y comunicación efectiva. Que se dicta de forma presencial en la sala de conferencias del foro de abogados y en el sirio libanés. Una propuesta única en San Juan en la que soy director académico y en la cual hay grandes profesionales como disertantes.

Por otro lado, estamos realizando junto al Área de relaciones comunitarias del Proyecto Josemaría funciones de cuentos enfocadas en los derechos de los niños y niñas en todas las escuelas de Iglesia y Guandacol. Es algo que estamos disfrutando mucho y la verdad que nos encontramos con un grupo humano formidable en la empresa que busca acercar propuestas de calidad a las comunidades.

También fui seleccionado por el programa Primeros pasos de la Secretaría de Deportes del Gobierno de San Juan para escribir cuentos y realizar funciones de narración oral que busquen dar a conocer los valores del deporte y actividades deportivas menos conocidas o populares. Se realiza para chicos/as de nivel inicial. De esta forma, junto a un grupo de profesores de educación física se busca estimular la iniciación temprana en el deporte. Se está realizando en distintos jardines de la provincia de San Juan desde hace varios meses y yo me sumo al proyecto a partir de Septiembre.

Por último, todos los miércoles de 18.30 a 20.30 coordino un taller de escritura y narrativa en Pigmalión, espacio divergente. Un grupo que viene escribiendo desde hace dos años y que viene creciendo enormemente. Disfruto mucho de estar al frente de este espacio”.

Con un entrevistado tan apasionado, viajero, creativo e inspirador, era necesario preguntarle acerca de sus aventuras y anécdotas. “Hay dos que me marcaron. Una fue cuando me convocaron para contar cuentos en un curso de 4to grado que tuvieran como eje la epilepsia pero sin nombrarla. Un niño comenzó con ataques y sus padres no querían que sus compañeros supieran pero desde el colegio querían que los chicos pudieran hablar del tema y conocerlo pero sin sentirse aludidos directamente para cumplir con la voluntad de los padres y al mismo tiempo que estuviesen preparados por si les tocaba presenciar alguno.

Me dieron el material que consideraban adecuado, empecé con una referencia de un cuento y el mismo no me convenció, así que lo modifiqué hasta hacerlo propio.

Me encontré con los chicos ese día y me propuse hacer mi mayor esfuerzo, sin saber si sería suficiente. Quería ayudarlos. Empecé con las palabras que liberan la imaginación, había una vez… Narré con todas las ganas y amor del mundo y al terminar, sucedió la magia, de manera totalmente natural: uno de los chicos levantó su mano bien alto.

‘A mí una vez me pasó como al árbol del cuento, convulsión creo que se llama. Mis papás me llevaron al médico cuando estuve mejor’, dijo.

Y otra niña levantó su mano… ‘A mi mamá una vez también le dio una convulsión y nosotros como los otros árboles del cuento la sostuvimos con nuestros brazos, que son como las ramas, para que no se golpeara’.

Y otro niño… ‘Yo vi a un vecino que en la calle le dio una convulsión y nosotros lo ayudamos poniéndolo de costado, no le dimos nada porque se recupera solo”. Las manos se comenzaron a elevar una tras otras y fueron contando sus vivencias hasta que en un momento, una mano tímida del fondo se levantó, era el chico que tenía epilepsia y contó por primera vez a sus compañeros que él sufre convulsiones y que un día lo llevaron al hospital.

Los demás chicos lo escucharon sin juzgarlo, tomándolo natural. Él se sintió parte, sintió la confianza en el grupo para poder contar aquello que quizás lo avergonzaba o atemorizaba.

A través de cada relato fueron encontrando puntos en común, estableciendo lazos invisibles, que fueron tomando fuerza hasta hacerse tangibles con la aceptación de la situación como parte de la vida. Todos sabían cómo actuar, tal como lo hicieron los personajes del cuento, tal como lo hicieron sus compañeros de curso.

A mí la situación me conmovió casi hasta las lágrimas, sinceramente nunca imaginé que iban a empezar a contar de esa manera todas sus experiencias, me sorprendió y fue realmente esperanzador. Busqué la manera de explicarlo y no encontraba una palabra que lo definiera, por lo tanto inventé una. Fue “HUMANDAD” (una combinación entre humanidad y hermandad) lo defino como la capacidad para sentir y establecer de manera espontánea una relación de afecto y solidaridad entre personas a través del relato.

Por otro lado, tengo escrita una anécdota muy hermosa que me sucedió en Guatemala con una niña que me ayudó a entender el porqué de mi facilidad de conectar con los niños y niñas al momento de narrar cuentos. Se las comparto.

Julia es la hija de Anita, una rutera amiga de Guatemala, tiene 7 años y le gustan las mariposas.

Cuando la vi por primera vez tenía una cajita feliz en una mano y en la otra una papa frita. “¿Querés?” Me dijo.

Lo siguiente que hizo fue contarme que aprendió a dibujar mariposas porque le gustan mucho.

Yo ofrecí lo que tenía para dar, un libro y un momento.

¿Querés que te cuente un cuento?, le dije.

Se iluminaron sus ojos. Esa noche compartí juegos y cuentos con ella y su familia.

Al día siguiente yo debía viajar pero no lo hice. Había paro nacional y todas las carreteras estaban cortadas. Tal vez me quedaba sin conocer el lago Atitlán, emblema turístico de Guatemala.

Por un segundo me lamenté, hasta que vi a Julia sonriendo. “Eso significa que vas a pasar más tiempo con nosotros” dijo y todos los lamentos se esfumaron.

Esa tarde, mientras merendábamos en un parque, Julia llegó corriendo con algo en las manos. Cuando las abrió dejó a la vista una mariposa. La contenía en sus manos con delicadeza.

La mariposa aleteaba pero no se iba. Pensé que estaba lastimada hasta que comenzó a volar y en lugar de escapar, regresó con ella, en más de una ocasión.

La mariposa la buscaba y jugaba con Julia. Fue mágico.

Cuando se fue su amiga con alas, me invitó a jugar con otros niños.

“¿Les podrías contar unos cuentos a ellos?”

No pude negarme. Incluso pensé si alguna vez alguien le había negado algo a Julia.

Terminé en una ronda con cuatro niños y niñas jugando y contando historias.

Anoche, Julia le confesó a su madre:

“Te digo algo Mamá. Pablo me cae muy bien porque es de mi naturaleza”

Y qué más orgullo para un cuentacuentos que Julia, la domadora de mariposas, me considere su par.

Julia me ayudó a darme cuenta que cuando cuento cuentos mi niño interior sonríe porque sabe que, a pesar de que ya soy adulto, sigo jugando”.

Por último le preguntamos a nuestro entrevistado qué sueño tiene por cumplir en la narración y en lo personal.

“Detrás de todo lo que hago hay un trabajo incansable, que muchas veces no se ve.  Siento que todos tenemos talentos y que cuando los ponemos en pos de la comunidad, se genera un sinergia que nos envuelve y nos impulsa hacia la concreción de nuestros sueños. Sin trabajo, esfuerzo y dedicación es imposible lograrlo. Sin embargo, soy consciente de que soy un privilegiado que nació en un contexto favorable, con una familia que siempre me apoyó y con las necesidades básicas cubiertas. Es por eso que creo que mi responsabilidad es mayor. Es un deber como ciudadano bridar mi mejor versión a la sociedad. Tampoco creo que tenga la respuesta o la solución a algo. Sinceramente, cuando hago alguna actividad no creo que mi impacto vaya a cambiar una vida. Si creo que si dejo todo en lo que hago y en lo que propongo, el tiempo compartido con quienes se acercan puede ser reparador, al menos para alguna persona, y en una de esas, sea el disparador para un cambio en su vida.

Mi sueño personal es poder seguir haciendo cosas que me apasionan, aunque no tengan una relación directa con lo que hago hoy en día como trabajo, sé que en algún momento al mirar atrás los puntos se van a conectar y van a cobrar sentido.”

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