sábado, julio 19, 2025
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Sufrir el partido de Argentina desde un camarote de tren, de Moscú a San Petersburgo.

Gabriel Saquilan Ruffa, nuestro periodista elegido por Ahora San Juan para participar del “Programa de pasantías InteRussia para periodistas de América Latina”,  una oportunidad única que obtuvimos como medio sanjuanino y argentino por parte de SPUTNIK PRO de la agencia de noticias; nos cuenta cómo se vivió el partido de Argentina desde un camarote y la experiencia de viajar a San Petersburgo.

Una de las ideas que surgen inmediatamente al tener la noticia de viajar a Rusia es lo maravilloso que sería poder visitar también San Petersburgo. Algo casi descartado al instante, pues nuestro programa tenía lugar íntegramente en Moscú.

San Petersburgo es una de las ciudades más importantes del mundo, con un papel fundamental en la historia rusa y universal. También ha sido cuna creativa para artistas: escritores, pintores, arquitectos.

Ya con la resignación de un sueño no cumplido o pospuesto, llegue a Moscú. Conociendo a los colegas latinoamericanos, y ya trabando amistades, me doy cuenta que no es una idea solitaria, sino un deseo compartido. Después de un par de semanas fantaseando sobre poder cumplirlo, se dio la chance de hacerlo. A pesar del gran esfuerzo que suponga, un servidor hace caso a la intuición de que es una oportunidad que no se puede rechazar.

El plan: salir un viernes a la noche y volver el domingo. Durmiendo en el tren, solo haciendo una noche en la ciudad de los puentes.

Por cuestiones de tiempo y costo  viajamos en el tren nocturno, el cual está dividido por camarotes de cuatro pasajeros. Al final, de los 10 latinoamericanos que componemos el grupo, solo cuatro nos animamos a emprender la travesía.

Y así es como un argentino se encuentra en un cubículo camino a la ciudad que fundó Pedro I, a la misma hora que nuestra selección juega los cuartos de final del mundial contra Países Bajos.

El espacio es lo justo para que cada uno tenga su cama, más una pequeña mesita. Lo importante es conseguir enganchar online la transmisión del partido. En Rusia el Mundial está siendo transmitido a través de Match TV, al que podemos acceder por internet. El tren cuenta con Wi-Fi aunque en algunas partes del trayecto la señal falla. No es para menos, ya que la distancia que separa las dos grandes urbes rusas es más de 700 km.

El primer tiempo lo pasamos con un par de cortes de señal y pudimos festejar el gol de Nahuel Molina. Gritar poco y moverse lo justo, pues no daba para más el lugar. Los compañeros, al ya estar sus propias selecciones fuera, van con Argentina. Ya después en el segundo tiempo la tensión es inmensa cuando encara Messi para tirar el penal. Una porque lo meta y otra porque no vaya a cortarse justo el internet.
Imposible relajarse, menos aun cuando nos anotan el 2-1. Hacia al final, cuando el árbitro anuncia ese alargue abusivo, la rabia sube y lo único que hace que nos contengamos mínimamente es que la azafata del tren ya ha venido a avisarnos que nos callemos y que no hagamos tanto ruido. Como en todos lados, nosotros somos los únicos que emiten sonido. Podría haberme puesto a discutir con ella y explicarle que era el partido de Argentina, pero a veces uno tiene que elegir sus batallas, tenía que concentrarme en el partido.

Nos empatan en un trabajo conjunto entre Holanda y Lahoz. Con la señal los cortes se suceden cada tanto, por lo que el partido que estamos viendo va con unos minutos de retraso al directo. Toca no mirar los teléfonos para no ver ninguna notificación o mensaje que nos vaticine el resultado.

Al haberme levantado muy temprano, ya a en la prórroga hay momentos que el sueño amenaza con vencerme, pero resisto como puedo. Aunque los párpados pesen, hay que aguantar. Serían sobre las doce de la noche horario de Moscú. Llegamos a la tanda de penales con la ansiedad comiéndonos los pies.

Si les pareció tenso ver lo decisivo desde su casa en Argentina, no les puedo explicar desde un vagón de tren, sin poder hacer ruido, camino a San Petersburgo, y con un internet que puede cortarse en el momento clave y definitorio.

Amor al Dibu, gritos ahogados y puños apretados. La conexión agregó más suspense a cada penal, al demorarse antes de que alguien pateara. Probablemente allá estaban ya todos festejando cuando yo tenía el corazón en un puño. La celebración silenciosa más grande que he tenido, pero la alegría se siente igual.

Ya tarde para nosotros y con unas cinco horas más de trayecto, nos tiramos a dormir. Yo, con una sonrisa de cara a la pared de nuestro camarote. Soñando que encara Messi al arco del futuro, y que todo puede pasar.

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