La epidemia de sobredosis por consumo de droga arrasa EE.UU desde hace años, pero la pandemia de COVID-19 solo ha empeorado las cosas. El virus, además de provocar cientos de miles de fallecimientos, impulsó el abuso de droga, en especial, de opiáceos sintéticos hasta sobrepasar un umbral trágico: en un año, entre abril de 2020 y abril de 2021, las muertes por sobredosis pasaron de cien mil en la primera potencia mundial, según ABC.
Fueron, en total, 100.306 fallecimientos, según el recuento provisional que este miércoles publicaron los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en sus siglas en inglés).
El motor de esta incidencia son los opiáceos y, en especial, el fentanilo, una droga sintética de bajo coste y gran potencia, mucho más fuerte que la heroína.
La sustancia ha tomado las calles de todo el país y de todo tipo: barrios marginales en ciudades, zonas rurales, regiones industriales deterioradas, suburbios… El detonante de la epidemia tuvo origen legal: la receta indiscriminada de la versión farmacéutica de opiáceos, con medicamentos como OxyContin. En 2012, se recetaron 255 millones de pastillas de opiáceos, en un país de unos 320 millones de personas.